domingo, 25 de noviembre de 2012

21. Los tres leones


LOS TRES LEONES
reescrito por
NOELIA JORDÁN


          En una gran selva vivían tres leones. Su representante convocó una reunión para que tomaran una decisión importante: uno de ellos debía ser el rey para reinar en esa gran selva.

          El problema estribaba en que había tres leones y los tres eran fuertes. Avisaron de que su intención no era competir, ya que eran amigos. Como no llegaron a ningún acuerdo, volvieron a reunirse.

          La decisión que adoptaron fue que los tres leones escalarían la montaña más complicada de la selva y el primero que la coronara sería el rey.

          En ese momento, apareció un águila que aseguró haber visto y oído todo lo que decían.

El primero dijo: “montaña me has vencido”; el segundo “montaña me has vencido”, pero el tercero matizó: “montaña me has vencido por ahora, tú ya has llegado a tu máxima estatura, pero yo todavía estoy creciendo”.

          El águila certificó que el rey habría de ser el tercer león, porque aunque fue derrotado, demostró una actitud de vencedor.

          El representante decidió que el águila había elegido bien y el tercer león se convirtió en el rey de la gran selva.


20. El valiente jefe cobarde







EL VALIENTE JEFE COBARDE
reescrito por
YASMINA EL MANSOURI


          Hace algunos años, en un poblado, un joven llamado Nerino fue elegido como jefe de la tribu. Todos los habitantes del poblado creían que Nerino duraría un año como jefe, justo lo que tardaría en enfrentarse con la bestia del ojo de fuego. Pero eso nunca sucedió, porque Nerino fue resistiendo en el poblado hasta envejecer, sin haber luchado contra la bestia.

          Los habitantes del poblado le consideraban un cobarde. Durante una nevada, Nerino preparó a su ejército y marcharon a la cima de la montaña para luchar contra la bestia, que se encontraba débil a causa del frío. Tras la lucha, una victoria sencilla.

          Los habitantes del poblado aprendieron una lección: la paciencia puede llegar a ser más útil que la acción, aun a costa de ser considerado un cobarde.



19. El atrapasueños (2ª versión)


EL ATRAPASUEÑOS
reescrito por
ANDREA PAREDERO



          Cuenta la leyenda que, en una montaña, vivía un abuelo que, en una noche fría de invierno,  cuidaba de su nieto, ya que su madre había muerto cuando era muy pequeño y su padre había desaparecido en la montaña.

          El niño, de unos diez años, se llamaba Pyrus. Como todas las noches, su abuelo, Unipa, le contaba una historia antes de dormir. La de esa noche era distinta e interesante para Pyrus, necesaria para ayudarle a dormir y evitar las pesadillas. La historia hablaba de un objeto especial usado por los Sioux en su vida cotidiana. Lo llamaban el atrapasueños.

          Cada vez que Cokota quería reflexionar, subía a una montaña alejada de su poblado. En esta ocasión el motivo era que últimamente padecía malos sueños y necesitaba dejar de soñarlos, porque era incapaz de dormir y se encontraba muy cansado al amanecer. Tuvo una visión: el dios de la noche, Ikomi, le mostró la telaraña que estaba tejiendo, mientras le aconsejaba que debía guiarse por buenas ideas y olvidar las malas, ya en el caso contrario podría encontrarse con un final que no deseaba. Ikomi le regaló la telaraña, un círculo perfecto con algo curioso en su centro: un hueco vacío, un agujero. Ikomi le explicó que las malas ideas se escaparían por ese agujero y las buenas se quedarían pegadas en la telaraña. Cokota se llevó el atrapasueños y dejó de tener malas ideas.

          El abuelo Unipa terminó de contarle la historia y le ofreció su propio atrapasueños, que había pasado de generación en generación, a Pyrus.

          A partir de entonces, Pyrus tuvo una buena vida y jamás conoció un mal sueño.



18. El silbón





EL SILBÓN
reescrito por
MARÍA TRILLA


          Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, en los llanos de Venezuela y Colombia, vivían en una tribu un padre y su hijo.

          Eran un ejemplo a seguir por la gente con la que convivían, porque se respetaban el uno al otro. Los integrantes de la tribu los querían, ya que estaban siempre dispuestos a ayudar a los demás y la generosidad era el rasgo que los caracterizaba.

          A medida que el niño fue creciendo, seguía siendo bondadoso y amable. Destacaba en el arte de la caza. Era todo un icono de majestuosidad hasta que un día, sin una causa lógica, dejó de ayudar a los miembros de su tribu y comenzó a odiar de una manera escalofriante a su padre. De la noche a la mañana se había convertido en un ser malvado y atroz, y le empezaron todos a temer.

          Su padre, que ya era bastante mayor, necesitaba con urgencia la ayuda de su hijo, pero este le ignoraba, negándole el apoyo necesario. Cansado de su hijo, decidió irse a cazar, ya que compartir la tipi con él le provocaba angustia. Cuando regresó sin obtener ninguna pieza en la caza, su hijo le asesinó. Después le arrancó el hígado y el corazón para comérselos.

          Desterraron al hijo de la tribu.

          Desde entonces se dice que cada vez que se escucha un sonido lejano, como el aullido de un lobo pero más terrorífico, es una especie de aviso de que el chico se está acercando a la búsqueda de la próxima pieza a la que asesinar.




17. Ojo de águila



 

OJO DE ÁGUILA
reescrito por
Mª CARMEN VILLA



          En los comienzos de la vida, en el Este, la gente no conocía aún el fuego real, usaban una especie de fuego inservible, inútil para calentar ni guisar los alimentos, por lo cual sobrevivían con verduras y pescados crudos.



          En el Oeste, sí existía el fuego, pero tampoco servía para cocinar.



          En el Norte y en el Sur había miles de personas, pero tampoco tenían fuego eficaz.



          En todas partes se preguntaban dónde encontrar el fuego real.



          Una noche, todos los habitantes de todos los puntos cardinales salieron juntos en su búsqueda, cubriendo un amplio territorio, aunque sin éxito alguno. Después de su fracaso, los jefes indios celebraron un consejo, en el que decidieron que el más valiente debería descender al infierno, donde seguramente residiría el fuego.



          Ojo de Águila fue el elegido. Llegó, descendiendo por un agujero oscuro, y comprobó cómo centenares de espíritus expulsaban fuego por la boca. A medida que el fuego salía expulsado, Ojo de Águila lo purificaba y lo guardaba en inmensos cubos de metal. Cuando la carga fue la suficiente, ascendió por el mismo agujero oscuro hasta que llegó al poblado.



          Gracias a este valiente Ojo de Águila, el fuego se utiliza en la vida cotidiana.






16. El mundo


EL MUNDO
reescrito por
BORJA PRIETO MARTÍNEZ



          Hace mucho tiempo que el dios Petka tuvo cuatro hijos con su querida mujer Milna. Sus hijos recibieron el poder de los dioses y cada uno se convirtió respectivamente en el dios de algo. Uno en el dios de la Muerte, otro en el de la Tierra, otro en el de los Mares y el último en el de los Cielos. Solían organizar reuniones y un día surgió la idea de crear vida en la Tierra, poblándola de personas, ideales y fantasía…Cada uno puso sus normas y, después de unirlas todas, concluyeron que los seres humanos debían ser mortales y trabajar sus tierras, ya que igual que les concedían la vida, debían cuidar del planeta y no corromperse por el odio y la oscuridad. También deberían adorarlos y rendirles culto.

          Como los seres humanos cometían errores, porque eran imperfectos, enfurecían a los dioses y los castigaban enviándoles plagas y tempestades. Petka y Milma se reunieron para intentar remediar el mal de los seres humanos. Llegaron a la conclusión que lo que posee vida, alberga también sentimientos y si se les castigaba por sus defectos, dejarán de rendirles culto y les odiarán. Acordaron que sus cuatro hijos dejaran de ser tan estrictos, amenazándolos con destruir la vida de la Tierra.

          Desde ese día los cuatro dioses fueron menos exigentes y la vida en la Tierra mejoró bastante.

          Comprendieron que con la dureza no se solucionan los problemas.




15. El pájaro dormilón


EL PÁJARO DORMILÓN
reescrito por
DAVID PARRA


          Cuenta la leyenda que un día Dios estaba en el cielo y se dio cuenta de que ningún animal de los que había creado tenía nombre, así que organizó una fiesta donde todos los animales competirían en una carrera y, después de concluida, otorgaría un nombre a cada uno. Entre todos estos animales destacaba un pájaro que era muy dormilón.


          El día anunciado de la carrera, el pájaro se durmió en el medio del camino por donde iba a transcurrir la carrera y tuvo un sueño. Soñó que Dios, al ver un pájaro tan especial y tan sobresaliente entre los demás, le bautizaría con un nombre precioso, que sería la envidia del resto de animales. Pero no ocurrió nada de esto.


          Al despertar, comprobó que no había un alma por donde debía transcurrir la carrera, así que el pájaro echó a volar para encontrar a alguien. Le pareció muy extraño no encontrar a nadie en su camino. En un primer momento se asustó, pero su miedo amainó al distinguir al final del camino a todos los animales disputando la carrera. Cuando aterrizó advirtió que no tenía cola, sino una sola pluma delgada. Cayó en la cuenta de que todos los animales le habían pisoteado durante la carrera mientras dormía.


          Debido al aspecto de su cola, Dios le puso el nombre de Recto.